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Ocurre. Ocurre tan sólo hasta una cierta edad, y es que, eso de IDEALIZAR, es cosa de ingenuos y de poco vividos.
Camino de los innombrables 40 me reconozco a mí misma experimentando el sinsabor de la desmitificación, y lo cierto es que, ocurre. Sucede aquello que tantas y tantas veces oímos cuando aún somos jóvenes, cuando alguien más experimentado que nosotros nos aconseja eso de “no te fíes…nada es lo que parece” y nosotros, los jóvenes, hacemos caso omiso a la sabia advertencia y caminamos por la vida con la sensación de “esto es diferente” y “a mí no tiene por qué ocurrirme” …hasta que nos plantamos delante de nuestro primer desengaño.
Suele venir de la mano de la adolescencia cuando nuestro mejor amigo, el que consideramos del alma y casi un hermano, nos cambia por el nuevo de clase. A ese gran desengaño, le sigue el amor de nuestra vida que se descubre como efímero ante la primera adversidad, la decepción de esa carrera que no es tan emocionante, la mayoría de edad que no nos da esa libertad tan ansiada o ese actor que en persona no es tan perfecto. Pero continuamos, en esa carrera en busca de lo perfecto, de lo mítico, y mantenemos la mala costumbre de considerar maravilloso a quienes escogemos para estar a nuestro lado, sin saber que, en el momento más inesperado, ese alguien a quien entregamos nuestro activo más valioso, nuestra ilusión, puede hacer añicos ese sentimiento que, cuando se rompe, no hay Dios que lo recomponga.
Hay algunos que aprenden, que cuando experimentan unos cuantos fracasos se sacuden las penas y aprenden. Se hacen fuertes y se convierten en magos de la manipulación emocional, absolutamente heridos pero expertos en esas lides! Aunque para eso…hay que valer! Otros, siguen intentándolo de por vida sin éxito.
Estoy convencida de que no es una cuestión educacional ni de “expertise”…sino algo que forma parte de la estructura emocional de las personas y de las elevadas y equivocas expectativas que nos trazamos con respecto al prójimo.
Pero…cuando uno ha llegado a cierto momento de su vida, debería haber aprendido a no confiar esa ilusión a cualquiera y es que, vivimos en una sociedad egoísta, individualista y cruel, en la que si es necesario tomar prestada la ilusión que alguien nos regala para despiezarla, tal comportamiento no aplica castigo y todo vale.
Vivimos en la sociedad de la decepción para aquellos idealistas que seguimos creyendo en la amistad, en el altruismo, en el amor verdadero y en la confianza. Para aquellos que creemos en la presunción de la inocencia porque no somos capaces de concebir el mal gratuito. Para aquellos rematadamente ingenuos que ante el primer síntoma de traición, seguimos creyendo que tiene que haber una justificación amparada por la casualidad. Algunos nos llaman idiotas , y a veces creo que con razón.
Por eso, cuando ocurre (porque ocurre), con el alma rota en pedacitos y la tristeza invadiendo hasta el último rincón de nuestro ser, prometemos que de ésta hemos aprendido (aunque no sea cierto) pero la tristeza nos debilita en lugar de reforzarnos y sabemos que, por más vidas que viviéramos, no es un aprendizaje fácil eso de dejar de creer en las personas.
Hay que blindarse antes de salir ahí fuera a vivir. Eso es lo que deberíamos enseñarles a nuestros hijos. Hay que protegerse (y protegerles) de tantas y tantas personas a las que a diario entregamos nuestro yo más honesto, de manera inconsciente, y entender que, cada una de las personas que hoy ocupan nuestro tiempo y que hoy están en nuestras vidas, quizás, mañana dejen de estarlo y se pasen al lado opuesto (y oscuro).
Queridos, todos somos iguales ante la majestuosa labor de ser justos; padres, amigos y jefes. Novios, amantes y maridos. Compañeros e incluso hijos. No dejemos que un momento dulce nos haga cerrar los ojos ante la posibilidad de ser traicionados porque entonces…sufriremos. Por eso, mi consejo, aun sin cumplirlo, es que dejéis de creer que las personas son perfectas. Dejad de creer y de idealizar porque todos somos igual de imperfectos y un corazón roto es algo demasiado incurable.
Seré sincera (lo prometí al principio de esta aventura del blog…) Aquí no vale el «tengo una amiga que…» asi que os confesaré que mis últimos días han estado salpicados de pequeñas decepciones y, aunque he aprendido de ellas, se que volveré a sentirlas, porque no puedo reinventarme a estas alturas de la carrera y porque en realidad, si puedo escoger, prefiero seguir sintiendo con la inocencia con la que sienten los niños. Os aseguro que por las noches, duermo tal que si uno de ellos fuese…con la conciencia tranquila y de un tirón.
Yours, April
Me encanta Ruth,me encanta April,me han saltado las lágrimas,q cierto todo!!!!!!!! nadie sabe expresar lo q una siente,como tú,GRACIAS!!!!!!!
Mi intención no era hacerte llorar pero me alegro de que te haya hecho sentir! Bso
Quina raó tens, pero aixo es part de la nostra vida i no podem ni ensenyar-ho no deixar de sentir com som.
Molts ànims i truca’m
Gracies! Res greu Eli…es te que aprendre! Petonets
April, tienes parte de razón, pero por otro lado, si que pienso que existen personas que aún siendo imperfectas, no nos harán daño y nos querrán con todo lo que conlleve. También, como tú, a veces pienso que las personas (no todas) actúan de cierta forma por algún motivo de peso y que hacen lo que hacen con una explicación detrás. Se que esto no excusa que nos hieran, pero si nos ayuda a entender el por qué. Te quiero, bella…anímate!
Gracias Raquel por tu mensaje de ánimo! Tienes parte de razón, aunque…hay momentos que una tiene que aprender y este es uno de ellos. Besitos 1000
Sólo nos queda seguir confiando…seguir creyendo en el ser humano… Ya sabes que, lo que no mata hace más fuerte! Un beso bella!
Cierto! Ahí vamos….haciendo un intensivo en cómo gestionar tanta emoción! Besos para ti
Es cierto que muchas veces creamos unas expectativas demasiado elevadas para ciertas personas u ocasiones. También es verdad que muchas veces esas expectativas desmesuradas hacen que la caída sea más fuerte y que una vez despojados de la ilusión y con la venda a la altura de los tobillos la decepción nos duela y mucho. Pero, prefiero a «Mi April» optimista y si me permites un tímido y muy trasnochado consejo si uno se protege antes estas decepciones es verdad que no nos herirán pero tampoco seremos capaces de sentir (como nos gusta al 100%) lo bueno de la vida. Por experiencia, mantener baja la guardia nos permite también que en tu vida entren personas maravillosas y que valen la pena. ¿No crees que vale la pena si sólo una de estas últimas entra a formar parte de tu mundo? Mil besitos mi bloggera de carne y hueso.
Eres un cielo! Claro que vale la pena. Por eso seguimos siendo como somos…..:-)
Muy buena reflexión 😉
http://www.parafashionyo.com
M’ha encantat Ruti! tens tota la raó… I jo també penso que a aquestes alçades és tard per deixar de ser com som, encara que prefereixo continuar sent ingenua encara que m’emporti alguna hostia de tant en tant… em sembla que això és més viure que no pas qui es tanca a una caixa de vidre.. De totes maneres sempre hem de recordar també que a vegades les bones persones fan coses mal fetes, i això no significa que deixin de ser bones persones.. simplement són humanes..
Ens podríem veure un dia, no? un petonàs!
Ets un sol! I tens moleta raó! Ens haurem d’entrenar per aprendre! Txs, petó